Ball Cerdà en la plaza del Mercado o, más conocida, como de Patalín. Foto de Ricard Lobo. (Cliad para ver la imagen más grande).
En primer lugar es obligado decir que el nombre de "Ball Cerdà, proviene de Cerdanya, en cuanto a su origen, al menos como se baila actualmente. Podemos datarlo, como otros bailes de igual cadencia y punteo (baile plano), en el siglo XVII. Sí analizamos, pero, sus secuencias, se adivina una transformación de un baile más primitivo que haría alusión a un himno solar. La importancia que le podemos atribuir es que se ha mantenido a lo largo del tiempo casi sin grandes alteraciones. Como una danza abierta, los más mayores han estado maestros de los más jóvenes. Sólo pequeñas variaciones han afectado la vestimenta de la cual os hablaremos más adelante. Es necesario destacar que la Seu d'Urgell no concibe su Fiesta Mayor sin el Ball Cerdà, de modo que, sin darnos cuenta, se ha convertido en el baile oficial de la ciudad. Tenemos que recordar también que se bailaba, hasta antes de la guerra Civil "1936-1939" por Carnaval. Tenía, pero entonces, un aire más serio por la intervención del "cazador", un grotesco personaje que atraía la atención del público, vestido con pantalones cortos, chaqueta de pana, leguis y zapatillas "viguetanes". La gracia de este maligno hombre era la de sorprender a los despistados de la plaza mientras miraban al baile. Con una caña los tocaba el trasero y, al girarse estos los enharinaba, lo cual hacia reír, sobre todo, a los que estaban protegidos en los balcones. Esto que explicamos se hacía el domingo de Carnaval.
El martes se bailaba con el vestido de lucir (el primer día se llevaba el vestido de labradora) con mantón de Manila y un clavel en el pecho. De esta vestimenta se decía de "majorales". De siempre se ha bailado en la plaza del mercado, o Patalín, a las 12 del mediodía. Los balcones (como se observa en la foto de la izquierda) se llenaban a tope y casi nos atrevemos a decir que esos grandes balcones de los pisos principales de las casas fueron construidos para recibir a la gente que se reunía en ellos. También fue costumbre, durante un tiempo, tirar caramelos, almendras y calderilla a los bailarines. El riesgo que esto comportaba para la integridad física de estos ha hecho perder la costumbre.

 
EL PASADO
Del Ball Cerdà se conocen siete versiones coreogràficas y nueve de musicales, sin diferencias notables entre ellas; en todas se mantiene la estructura mesurada y señorial del de la Seu. En algunos sitios, como en el Berguedà, lo utilizan como "baile de domingo" y repiten la música más acelerada, denominada "rebaut", con el fin de animar el ambiente y hacer que el baile sea más difícil de seguir. Con respecto a la música, es obligado citar, que la actual versión de la Seu es obra del desgraciadamente desaparecido Josep Maria Pampliega. Pocos urgelenses no tienen en su casa alguna fotografía de sus antepasados bailando el Ball Cerdà. Como esta (aunque sentados) que podemos ver a vuestra derecha (extraída de un opúsculo de la Fiesta Mayor del 2001) y en la que seguro encontraréis, algún conocido... o pariente.

 
EL AÑO 1971... NO SE BAILA, PERO AL SIGUIENTE, AFORTUNADAMENTE SIGUE... 
Así es, en el año 1971 sólo bailan los más pequeños. El alcalde, entonces, Josep maria Llangort, tira un S.O.S., angustiado. Se tenía que salvar el Ball Cerdà a todo trance. La idea fue recogida felizmente por Roman Peguera y su mujer María Rosa, del Hotel Andria. Ambos, con la ayuda del "Esbart dansaire" local, consiguieron que al año siguiente volviese de nuevo el Ball Cerdà a la Seu... la recuperación fue esplendorosa! Entre las anécdotas podemos citar a los tenderos, que aportaron dinero, y que la finalización del baile tuvo lugar en el recuperado "Café Oriente". Ya en el año siguiente fue el claustro del convento de la Sagrada Familia, quien acogió el evento y, por suerte la tradición sigue... aunque sea como baile obligado de la Fiesta Mayor de la ciudad. Hoy por hoy el Ball Cerdà está plenamente recuperado y, por lo que se ve, sus mantenedores: Aril, Carrillo, Galabert, Martí Clotet... velan, no sólo por la pureza de los movimientos, sino también para que no se malogre la manera de vestir. No podemos olvidar el grupo de pequeños bailarines, los cuales, después de heroicos ensayos por parte de Dolors Carrillo y de Lourdes Moliné, han llegado a un grado de perfección altamente notable. Nos dejamos muchos nombres por el camino... sería inagotable la lista. Mención aparte merece nuestra querida Elvira Farràs, sin la cual, hoy por hoy, el Baile Cerdà no existiría.

 
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