A una hora de camino desde la vila de Organyà, a pie, por supuesto, se encuentra la Font Bordonera, una de las más bellas y abundantes de todo el Pirineo, y que marca el inicio del río de Fontanet, que más abajo recorre la llanura hasta desguazar al Segre. El paraje natural es también de una indudable belleza, poblada por árboles y arbustos, especialmente acebos grandes y frondosos que hacen una sombra agradable los días de verano cuando el sol calienta de lo lindo. La gente de Organyà siempre ha estado muy orgullosa y amante de su fuente. Tanto es así que a finales del siglo XIX, cada año, un día señalado, subía el pregonero acompañado de un miembro del Ayuntamiento y publicaba un bando en el cual se amenazaba con castigar a cualquiera que arrancase un acebo o tocase una piedra de su sitio en el entorno de la fuente. Como todos los grandes charcos de agua calcárea, la Bordonera y su río, el Fontanet, han producido con el paso de los siglos y los milenios una gran cantidad de tosca, o piedra pómez. Esta piedra de un tono un poco amarillento, esponjoso y ligero, que se deja, cortar y trabajar con mucha facilidad, ha estado usada por nuestros antepasados para edificar numerosas bodegas en casas de Organyà. La misma iglesia de Santa María tiene el ábside, en buena parte construido con esta piedra
La entrada al recinto. (clicad para ver la foto más grande).
La Font Bordonera cuando nace. (clicad para ver la imagen más grande).
porosa, ligera y muy resistente a los agentes atmosféricos, que se mantiene firme pese a que ya hace mil años que se halla a la intemperie, ya que Santa María de Organyà fue construida a lo largo de la primera mitad del siglo XI. Existe una tradición que las generaciones pasadas han transmitido de padres a hijos y que ha llegado hasta nosotros por vía oral. Toda la gente de la vila la ha oído más de una vez. En ella se explica que el conde de Sellent y su esposa tenían una hija que, desgraciadamente, quedo ciega. Después de agotar todos los medios que tenían a su alcance, con el fin de devolver la visión a si hija, hicieron una promesa: dar a la Font Bordonera, de la cual eran señores, a Santa María de Organyà si su hija recobraba la vista. Bruniselda, este era su nombre, se recuperó, en una abrir y cerrar de ojos (nunca mejor dicho) pero la alegría les hizo olvidar la promesa hecha. La joven perdió de nuevo la visión y sus padres, arrepentidos de todo corazón, renovaron la promesa, y no solo eso, incluso condujeron el agua hasta sus pies, con la cual rodeaban el camarín. Entonces la hija de los condes sanó definitivamente y nunca más volvió a la ceguera.
A pesar tratarse de una leyenda, existe una copia de una escritura antigua que podía estar relacionada con este hecho. 
Según el citado documento, con fecha de 15 de junio del año 1299, se formalizó la donación de la fuente por parte del señor Arnau de Sellent y su mujer, Sància, a nuestro Señor y a Santa María de Organyà, así como a los canónigos presentes entonces y los que habría en el futuro. La Font Bordonera acoge numerosos visitantes. El día de máximo apogeo es el  lunes de Pascua Florida, día en en cual se celebra una concurrida romería. Después de la misa, que se celebra al aire libre, muchísima gente se queda a comer en sus alrededores. La zona es de una belleza salvaje, y en la cual el murmullo del agua que mana de la fuente se convierte en una agradable música. El lugar está lleno de mesas, asientos y barbacoas, así como de rellanos donde grandes y pequeños pueden pasar un agradable día en plena naturaleza.
En la puerta de entrada al recinto se ve una placa con un poema del maestro, escritor y poeta Francesc Espar y Tressens, a raíz de un homenaje que la vila de Organyà le rindió a este ilustre hijo de la población en el año 1991.

 
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